En las últimas semanas, con motivo de la eclosión del movimiento del 15-M, muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de participar en asambleas multitudinarias. La esencia misma de este fenómeno social tan ilusionante que tiene su epicentro en la Puerta del Sol de Madrid es la toma de decisiones por métodos asamblearios. No puede ser de otra manera cuando estamos hablando de un movimiento espontaneo, democrático y tan joven como este. En parte uno de sus éxitos reside en su capacidad para convertir a cada uno de los que en él participamos en protagonistas de un fenómeno histórico. Las asambleas dan voz y audiencia a quienes no la tenían y a quienes se sienten excluidos de un sistema político como el nuestro. El movimiento del 15-M, al menos en este momento, no podría existir con otro modelo de toma de decisiones. Pero eso no significa que el asamblearismo no plantee algunos problemas de cierto calado. A continuación enumeraré algunos de ellos:

  • Sacralización. En ocasiones se mitifica el movimiento asambleario y no se perciben los problemas que pueden surgir en el. Especialmente la gente más joven y con menos experiencia en movimientos sociales suele ver en las asambleas un elemento de identificación colectiva que colma sus anhelos de expresión sin reconocer los numerosos problemas de un método de organización exclusivamente asambleario.

  • Asamblea como fin y no como medio. A veces las asambleas se convierten en un fin en si mismo y no en un medio para conseguir consensos, tomar decisiones, plantear debates… Los objetivos pasan entonces a un segundo plano.

  • Falta de cultura asamblearia. El método asambleario presupone que todos sus participantes tienen una cultura asamblearia, voluntad de consenso, respeto a las posiciones discrepantes y una cierta predisposición para el diálogo y la negociación. Pero la experiencia demuestra que eso no es así. En el movimiento del 15-M hay un núcleo de personas muy experimentadas en asambleas pero hay muchas más que no tienen ese bagaje ni conocen sus herramientas.

  • Poca eficacia. Las asambleas son habitualmente muy poco operativas y su eficacia suele ser inversamente proporcional al número de asistentes. En muchas ocasiones la toma de decisiones se prorroga de una asamblea a otra.

  • Proceso excesivamente largo e incómodo. Rara vez las asambleas son ágiles. Suelen durar varias horas y suelen realizarse en la calle y en unas condiciones ambientales a veces difíciles. El resultado es que muchas personas acaban autoexcluyéndose de ellas, especialmente los más mayores. A veces requieren de un nivel de compromiso y de dedicación que mucha gente no puede asumir.

  • Ausencia de debate. Casi nunca se plantean verdaderos debates de ideas. Habitualmente se trata de una sucesión de opiniones, arengas o propuestas sin que haya una confrontación entre ellas desde la razón y los argumentos.

  • Poco espacio para las ideas divergentes. El ambiente colectivo rara vez permite que ideas diferentes a las más aceptadas por la mayoría se planteen y se escuchen desde la ausencia de prejuicios.

  • Excesivo peso de lo emocional. Las asambleas multitudinarias son un espacio perfecto para las arengas, las consignas y los mítines. Y aunque el refuerzo del sentimiento colectivo resulta importante esto resta peso al pensamiento crítico.

  • Las reacciones y la corrección política. Las muestras de agrado o de rechazo, los aplausos, los silbidos o los abucheos ante las intervenciones que se hacen pueden coartar determinadas opiniones y fomentan lo políticamente correcto.

  • La importancia de los moderadores. El papel de los moderadores en la asamblea puede ser en ocasiones demasiado determinante. Hay que decir, no obstante, que las personas que se han ocupado de tomar turnos y de moderar las asambleas del movimiento del 15-M han sido un auténtico ejemplo de paciencia y respeto y merecen el mayor de los reconocimientos.

  • Confusión entre praxis e ideología. Es habitual que en las asambleas donde se trata de decidir algún asunto práctico se mezclen cuestiones ideológicas que contribuyen a enredar el debate. Mucha gente siente la irrefrenable necesidad de expresar sus ideas, sus críticas al sistema o sus planteamientos políticos y para ello utilizan cualquier espacio asambleario, aunque el objetivo de la asamblea no sea ese.

  • Poco peso de la diferencia. La pretensión de horizontalidad de las asambleas obvia el hecho de que en cualquier colectivo humano existen diferencias. La realidad nos dicta que hay personas con mayor nivel de compromiso, más preparadas en uno u otro ámbito, con mayor capacidad de análisis o con mejor perspectiva para elaborar propuestas. Las asambleas hacen tabula rasa y no suelen tener en cuenta esa realidad.

  • Relativismo. Sobre el método asambleario planea una concepción un tanto relativista. Se presupone que todos los planteamientos son igualmente válidos y legítimos. Pero lo cierto es que hay ideas de mayor calidad, más sanas y mejor argumentadas que otras.

  • La cuestión de la democracia. No es cierto que el asamblearismo sea un método totalmente democrático para la toma de decisiones. En algunos casos las asambleas abiertas incluso pueden llegar a ser manifiestamente antidemocráticas. A veces las decisiones sobre una determinada propuesta se toman por un grupo humano mayor del que la va a poner en práctica (como en el caso de si mantener o no las acampadas).

  • Poco blindaje ante las manipulaciones y los “desembarcos”. Al tratarse de asambleas abiertas se corre el riesgo de que un determinado colectivo pueda, en un momento dado, “desembarcar” en la asamblea y tomar decisiones que subviertan el espíritu de la movilización.

  • Votar y consensuar. El objetivo de las asambleas es el de buscar el consenso y evitar la votación y el poder de la mayoría. Pero la realidad es que se acaba estableciendo una especie de voto por aclamación donde las minorías quedan silenciadas por la presión de una mayoría que ovaciona sus posiciones. El consenso supone negociación y diálogo y las asambleas multitudinarias no siempre son un buen espacio para ello.

8 comentarios en “Sobre el modo de organización asambleario

  1. Lo que comentas es bastante cierto, sin embargo muchas de esas carencias que afirmas hay en las asambleas (algunas de ellas yo no las he visto) existen en los otros métodos de toma de decisiones… lentitud, enredo del debate, fomento de lo políticamente correcto, poco peso de las ideas divergentes… ¿no son parte de los males de nuestro actual sistema? ¿no es tu lista, entonces, más bien una lista de defectos de toda organización humana?

    Las asambleas están funcionando muy bien; el consenso de mínimos buscado es ya una realidad, en cuanto a otros temas… se van discutiendo.

    Por otro lado comentas que hay ausencia de debate, y eso no es así, ya que en los grupos formados diariamente es donde se produce el debate y de ellos salen las conclusiones que se exponen en la posterior asamblea diaria.

    Estas conclusiones, si continúan sin encontrar el consenso, se vuelven a debatir en el grupo correspondiente al día siguiente. Por eso en la Asamblea semanal del viernes, la multitudinaria, no se ve ese debate; porque ya ha sido todo debatido y consensuado durante la semana.

    Te comento un caso; el viernes en Oviedo se votó por el tema de la acción contra los bancos y tras muchas discusiones (ocupó más tiempo que la otra media docena de propuestas que se llevaron) tan solo tres personas de entre toda la asamblea, estaban en contra; se pidió a esas personas que expusieran su punto de vista para cambiar la actitud de la asamblea al respecto; al final tan solo una persona seguía en contra y no quiso hacer suya la opinión de la mayoría. La propuesta salió aprobada. ¿No lo ves democrático? a mí me lo parece.

    Evidentemente tiene sus defectos como cualquier otro formato que se elija, pero en el momento actual es el más deseable pues llena una carencia que pesaba mucho sobre yo creo que casi todo el mundo. Posibilita un espacio donde se puede ser escuchadx y donde debatir.

    Sería bueno completar el post con otro sobre las virtudes de este método de toma de decisiones… por aquello de la democracia 😉

    P.D. Gustome el blog, voy seguir dando una vuelta por él 🙂

  2. Nunca he sido partidario de los movimientos asamblearios,mas propios del siglo XIX que de la era de internet.En mis tiempos de estudiante de bachillerato,en los años de la transición,pude comprobar como las asambleas eran manejadas con facilidad por el que mas gritaba o por el que mas coraje tenía para hablar en público.Con respecto a su nivel de democracia,no creo que unos cientos de personas que participan en la asamblea tengan derecho a tomar decisiones en nombre de miles y miles de personas que apoyamos el movimiento Democracia Real Ya,y que realizamos un trabajo ímportante participando en foros via internet en la prensa y aportando ideas por medio de e-mails a los correos de la organización.Sin embargo,nuestras opiniones no se reflejan en la asamblea,y mucho menos nuestros votos.Hoy mismo hemos podido comprobar como en una rueda de prensa en Madrid,unos representantes del movimiento surgidos de las asambleas afirmaban que la primera medida que se va a tomar será la de propiciar el cambio de la ley electoral para que haya mayor representación de lo partidos pequeños.No sé que rábanos de asamblea habrá decidido eso,pero yo estoy convencido de que por muy mejorable que sea la ley electoral,esa no es la principal preocupación de los miles y miles de ciudadanos que salieron a la calle a partir del 15 de Mayo,sorprendiéndonos a todos en las jornadas previas a las elecciones locales.Creo,mejor dicho,estoy seguro,de que los motivos de su indignación son otros,como la falta de trabajo,la falta de crédito bancario o la mala utilización que hacen los políticos de nuestro sistema democrático que tanto esfuerzo nos costó construir.Tienes razón al decir que la asamblea llega a convertirse en un fin en sí mismo,y tiende a olvidar los motivos por el que ha sido convocada.El otro día intenté ver una por internet que se celebraba en Vigo junto a la farola de Urzaiz y me resultó insufrible.Me recordaba a la columna Durruti durante la guerra civil,que debatían en asambleas interminables por que flanco atacarían al enemigo mientras los legionarios de Franco estaban yá ocupando sus trincheras.El otro día pude leer los estatutos del funcionamiento de las asambleas,y creí estar leyendo los estatutos de la FAI de hace cién años.Parece mentira que en plena era de internet y en un movimiento protagonizado por jóvenes que dominan a la perfección la tecnología informática y las redes sociales,todavía discutan y tomen decisiones apelotonados alrededor de un taburete con un micrófono o un megáfono.La experiencia histórica nos dice que todos los movimientos asamblearios acaban diluidos como un azucarillo en una taza de café.No hace falta ni reprimirlos,ellos mismos se acaban consumiendo en su propio caldo por falta de liderazgo,de organización y de eficacia.El movimiento no puede seguir así,es fundamental el cambio de estrategia,el paso a una nueva etapa.Los campamentos y las asmbleas,que tuvieron su razón de ser al principio,ya han cumplido sus cometidos.Debemos,en mi humilde opinión,crear comisiones de trabajo que recojan las ideas que todos aportemos via internet,ideas que no deben pretender ser un programa político,sinó simplemente servir para poner sobre la mesa y bién a la vista los problemas reales de los ciudadanos.Debemos convocar concentraciones y actos puntuales,con motivos concretos,que son los que realmente arrastran a la gente y la animan a participar con su presencia.Los contactos están hechos,la red que hemos tejido está lista para pasar a la siguiente fase.No nos empecinemos en el mantenimiento de las acampadas en las las asmbleas eternas y diarias.Eso acabará causándonos problemas con la policía,seguramente el objetivo final de muchos infiltrados,y desbirtuará nuestro movimiento y nos alejará de la gente.Insisto,el movimieto de las acampadas y las asambleas ya ha cumplido su función.Ahora toca trabajar si no queremos morir de éxito antes incluso de hacer nada útil por la gente que tanta esperanza a depositado en nosotros.Animo.

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